Terminando el día. [Libre]

Nueve con doce minutos. Ha sido una larga jornada de trabajo para el nuevo docente y ya comenzaba a notar el peso del trabajo. Amaba lo que hacia, además que poder recrear la vista con sus nuevas estudiantes le resultaba lo suficientemente llamativo para no aburrirse durante las clases. Simplemente opinaba que se había ganado un premio al poder trabajar en tal academia, mujeres bellas por doquier, teniendo la oportunidad de tomar a quien quisiera, en el momento menos esperado, pero bueno, apenas llevaba un día en aquel establecimiento y prefería guardar el misterio por un tiempo, así el interés hacia él comenzaría a aumentar sin necesidad de trabajar en ello.
Aun no conocía en su totalidad el colegio donde ahora impartía sus clases, pero esto no fue excusa para poder llegar sin dificultad alguna a la azotea del lugar. El sol ya estaba casi completamente escondido en el horizonte, solo unos débiles rayos de sol le daban al cielo una tonalidad rojiza, muy mágica, como si las nubes estuvieran constituidas de sangre. Una agradable brisa recorría la soledad del piso. Soledad.
Era tranquilo, muy grato en muchos sentidos, aun bien, no lograba ser completamente perfecto. Solo faltaba la compañía de una dama, a la cual poder brindarle algo de cariño, más bien, con quien poder pasar un complaciente momento de felicidad.

Poco a poco la temperatura comenzaba a decaer, pero esto no era molestia alguna para Sebastian, ya que él adoraba este clima. Lentamente comenzó a desabrochar los botones de su traje. Uno por uno, dejando su chaqueta complemente abierta. Con paso tranquilo se dirigió a la baranda de la azotea, para observar la inmensidad del campus. -Kukuku~- rió mientras soltaba una leve sonrisa.

habia tenido un dia bastante agotador era primer dia de escuela y ya me sentia algo exausta
por lo que decidi ir a la azotea del instituto a contemplar el atardecer antes de irme a mi habitacion
apenas subi las escaleras senti una fresca brisa ,claramente la temperatura habia decaido un poco
entre a la azotea notando una silueta ,al parecer era el nuevo maestro que se encontraba en aquel lugar
-disculpe sensei le molesta si me quedo -le dije con una calida voz mientras me acercaba asia la baranda a sentir aquella brisa

El paisaje que Sebastian lograba observar desde lo más alto del instituto era completamente hermoso e inspirador. La inmensidad del lugar, junto con la magia del cielo y las agradables corrientes de viento, lograban convertir el sentimiento de cansancio en auto realización. No habrá mucho más que hacer en este lugar, reflexionó en su mente el docente de idiomas. Dejando entre notar un leve suspiro sintió la presencia de una chica, la cual sin reparos le consultó algo. -Todo lo contrario- Mencionó el misterioso maestro volteando lentamente para quedar de frente a la chica, la cual ya comenzaba a acercarse al lugar donde él estaba posado. –No hay nada más grato que una buena compañía- Dijo con un interesante tono, mientras comenzaba a avanzar lentamente hacia el encuentro con la chica.

-Sebastian Michaelis, a sus ordenes- Dijo elegantemente, mientras que tomaba sutilmente la mano de la dama para besarla en la parte superior de esta.

el profesor contesto amablemente ami pregunta de manera positiva y se presento cordialmente con un beso en mi mano
*que cordial *pense inmediatamente sonrojandome levemente mis mejillas
le mire a los ojos para luego presentarme
-un gusto profesor sebastian ,mi nombre es flaky kagane alumna del instituto-le sonrei amablemente luego de presentarme
mientras el viento mesia mi cabello con suavidad

Poco a poco el sol se terminó de esconder en el horizonte, dejando detrás de él, un ambiente de misticismo. Una manta oscura se apoderó del infinito cielo, solamente manchado por pequeñas pintas que brillaban lo suficiente para iluminar el piso de la azotea. Por el otro extremo, una hermosa luna blanca comenzaba a decorar la estela nocturna. -Kukuku ~- Volvió a reír al contemplar el pequeño rubor que desprendieron las mejillas de su acompañante.
-El gusto es mío señorita Flaky- dijo sonriendo en tanto dejaba la mano de la dama suavemente en el lugar de donde la tomó. Lentamente comenzó a retroceder, sin perder de vista a la pelirroja. La zona donde se encontraban estaba casi completamente sumergido en la oscuridad de la noche, solo la poca luz que refleja la luna le daba al lugar un aire de misterio. Los profundos ojos rojos de Sebastian se comenzaban a notar más de costumbre, igual que los ojos felinos, tenían un tenue brillo propio, con los cuales, sin que fuera su intención, lograba “hipnotizar” a algunas personas.

-Y dígame señorita Flaky- dijo llevando su pálida mano a su mentón -¿Qué hace en un lugar así a estas horas?- agregó amablemente el hombre.

el sol se habia puesto por completo dejando una leve oscuridad en el ambiente y una brisa fria pero reconfortante
el profesor tomo mi menton delicadamente asiendome una pregunta
-la verdad necesitaba relajarme un momento ,me gusta sentir la fresca brisa de la tarde en mi rostro y ver un hermoso atardecer anaranjado antes de irme a dormir-le conteste amablemente y sonriendole un tanto nerviosa por su mano en mi menton
-y usted profesor ?que asi aqui?-pregunte cordialmente

Aquella característica sonrisa lasciva que Sebastian poseía no se le había borrado del rostro desde el momento en que se encontró con la joven dama pelirroja. Este era el momento perfecto para saltar, tal como gato atrapa a su presa. Un leve aumento en la luminosidad de los ojos del profesor hizo que el tenue tono rojizo que poseían, se volviera en un brillante rojo rubí, simplemente parecía que los ojos del docente se habían inyectado en sangre. Levantando levemente el mentón de la alumna le contestó a su pregunta –Sinceramente- mencionó sonriendo –Esperaba encontrar a alguien con quien jugar- dijo desprendiendo una pequeña risa.

Sebastian lentamente comenzó a acercar su rostro al rostro de su acompañante. Quedando a solo unos centímetros, empezó a acariciar suavemente el mentón de ella con su dedo pulgar y agregó a lo último mencionado -¿Le gustaría jugar conmigo?- dijo cerrándole coquetamente el ojo derecho.